Lo de los okupas es un tema que solamente podemos entender los locos, que tenemos la cabeza a las tres y cuarto de la tarde. Es algo que nos deja flipando y con las células grises dando volteretas. En los programas electorales se ha pasado de puntillas en este asunto a pesar de que todo el mundo en la calle lo tiene clarísimo.
No comprendemos a los políticos que gobiernan de esa manera tan rara sin tener en cuenta que la gente, cuando le hablas del tema de los okupas, se preokupa y dice también mí no comprender. O sea, que por una parte hasta los socialistas más rancios defienden la propiedad privada y a los propietarios(sobre todo cuando los propietarios son ellos), y por otra, todos los partidos pasan del tema, cuando los propietarios son otros que no son ellos. Genial. Es que tienen unos cerebros privilegiados. Por algo sacaron el graduado escolar sin copiarse.
Los okupas se encuentran ahora amparados y hasta animados por las leyes. Se agarran al artículo 47 de la Constitución, que dice entre otras cosas que todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada (Montero, ojo, parece decir que las españolas no). Al que hizo este artículo se le olvidó añadir que, una vez que un español disfruta ya de una vivienda digna y adecuada, ningún golfo tendrá derecho a okuparla así por las buenas, y menos por las malas.
Los okupas piensan que, como todo el mundo tiene derecho a una vivienda, pues ellos se van derechos a okupar la primera que se ponga a tiro. Una vez dentro, esta democracia los mima, nadie los puede poner de patitas en la calle, no se les puede ni reñir y todo el mundo se tiene que resignar a que le metan por la cara el artículo 47, que, como cabía esperar, es un número primo.
Tampoco comprendemos que okupa se escriba con k, cuando lo suyo es escribirlo con c de caca. Digo esto, porque además de allanar moradas ajenas, si se dignan irse, lo dejan todo de marrón para arriba. Es como una venganza contra el capitalismo que tan mal los trata. Sin embargo, los propietarios capitalistas les pagan la luz, el agua, la comunidad y, como no se callen la boca, un juez les puede obligar a que les pasen diariamente un puchero calentito. Tampoco se les permite actuar a esas empresas que son contratadas para poner las cosas en su sitio, no vaya que se molesten las criaturas. Es para mear y no echar gota.
He escrito estas líneas, porque no paran de decirme mis amigos los locos que ahora es el momento, que anime a los okupas a que se vengan de una vez al manicomio y se apoderen de él. Que estamos dispuestos a pagarles la luz y el agua, además de los postres. Que, aprovechando cualquier fin de semana, se vengan al manicomio y lo okupen. Hasta Napoleón me ha dicho que le parece estupendo, porque él se pasó la vida okupando. No vamos a tener una oportunidad mejor de vernos libres en la calle y de verlos a ellos encerrados donde siempre hemos estado nosotros. Que las pastillas se las tomen ahora ellos y las camisas de fuerza que se las pongan a ellos.
El loco del cuarto dice que hasta que algunos de esos señores influyentes, de esos que viven eternamente de la política, no se vean con sus propias casas okupadas, esto no tiene solución posible.
Hay que estar loco para pensar así. Por eso está aquí. Encerrado.