El investigador de la Estación Biológica de Doñana (CSIC) Jordi Figureola ha destacado a Efe que la causa de la espectacular recuperación de este ave acuática ha sido la restauración del lucio (zona inundable de las marismas que permanece encharcada más tiempo) de la FAO, ubicado al este de este espacio protegido.
El lucio de la FAO debe su nombre a la parcelación agraria emprendida en esta zona a mediados del pasado siglo para experimentar con cultivos de arroz auspiciados por este organismo de Naciones Unidas dedicado a la alimentación y la agricultura.
Tras el fracaso de este intento y años después de la creación del parque nacional de Doñana, científicos del CSIC dirigieron la naturalización de esta zona, que ha recuperado su estado primigenio y a la que se le bombea agua dulce para mantener un nivel de inundación propicio para la nidificación de las aves acuáticas.
El morito común, una de las especies de ibis, junto al ibis eremita –reintroducido hace dos años en Barbate, tras cinco siglos sin anidar en España– y el ibis sagrado, dejó de reproducirse en Doñana a final del siglo XIX, como consecuencia de la caza y del expolio de sus nidos, así como por la destrucción de su hábitat.
Aunque esta especie no llegó a desaparecer de los humedales andaluces, donde se concentra el 90% de toda la población en la Península Ibérica, no fue hasta 1958 cuando se comprobó una nidificación aislada en Doñana.
Con todo, esta especie no volvió a reproducirse en Doñana hasta 1996, año en el que se reprodujeron siete parejas que incubaron una veintena de pollos.
Desde entonces, la recuperación del morito común en Doñana ha sido espectacular, en especial en el lucio de la FAO, pues excepto 2005, año en el que no se confirmó ninguna reproducción, seguramente por la intensa sequía de dicho ejercicio, el aumento de parejas nidificantes ha sido exponencial hasta las 3.643 contabilizadas en 2007.
Los últimos censos realizados apuntan a que este año se superarán holgadamente las cuatro mil parejas reproductoras.