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Una injusta y desigual edición más de los Premios Nobel

La mujer, históricamente infravalorada en su labor investigadora vuelve a recibir un nuevo revés en la última gala de entrega de los premios científicos

Publicado: 07/12/2022 ·
10:11
· Actualizado: 07/12/2022 · 10:11
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  • Nobel.

En la última edición de este periódico, abordamos el tema de los Premios Nobel, recordemos, los galardones que reconocen las contribuciones más importantes en favor de la humanidad, desarrolladas durante el último año. Como bien señalaban nuestros compañeros Sebastián y José María, estos premios fueron fundados en 1895 por Alfred Nobel, con la intención de reconocer la labor destacada de científicos, artistas y diplomáticos… Esperad, ¡No! ¡Científicos, ¡sí!, pero también científicas, artistas, literatos, literatas, diplomáticos y diplomáticas. Tanto de un sexo como del otro, puesto que ambos persiguen con sus trabajos el mismo objetivo: mejorar la vida de toda la humanidad.

Los primeros premios se otorgaron en 1901 y, desde entonces, se han entregado más de 900 galardones. ¿No es muy llamativo que el 97% de las personas que han recibido un reconocimiento científico sean hombres? Efectivamente, a día de hoy, el premio ha sido otorgado a 894 hombres, 60 mujeres y 27 organizaciones. ¿Realmente es tan inferior el papel de la mujer en ciencia.

Un poco de historia


Empecemos con un poquito de historia. La primera mujer que recibió el Nobel fue Marie Curie, que fue galardonada junto a su marido Pierre Curie en 1903 con el nobel de física por sus descubrimientos sobre la radiactividad. En 1911, la científica polaca recibiría otro nobel, en este caso el de química, convirtiéndose en la primera y única persona en recibir dos premios en distintas especialidades científicas. Curiosamente, su hija Irène Joliot-Curie, también recibió en 1935 el Nobel de Química por su investigación en torno a la síntesis de nuevos elementos radiactivos. Al igual que su madre, compartió el galardón con su cónyuge: Frederic Joliot-Curie.

Otras mujeres galardonadas con estos premios a lo largo de la historia han sido: Maria Goeppert-Mayer, en 1963, por sus descubrimientos sobre la estructura del núcleo atómico; Dorothy C. Hodgkin en 1964 por sus estudios de cristalografía de rayos X y bioquímica; Rosalyn S. Yalow en 1977 por sus investigaciones sobre radioinmunología; Françoise Barré-Sinoussi, bioquímica francesa que recibió el Nobel de Fisiología y Medicina en 2008 por su descubrimiento del VIH; Las científicas Enmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna que en 2020 compartieron el premio por el desarrollo y aplicación de CRISPR cas 9, un potente método de edición genética o más recientemente, Carolyn Bertozzi, galardonada este año por el desarrollo de la química click y la bioOrtogonal, dos técnicas para crear moléculas grandes a partir de otras más pequeñas.

El trabajo de estas mujeres, entre otras muchas, fue justamente reconocido en su momento. Sin embargo, la realidad es que la mayoría de estos premios fueron compartidos con hombres. En el caso de Marie Curie, por ejemplo, solo la presión ejercida por su marido a los miembros del comité permitió que ella fuera incluida en el reconocimiento.

Efectivamente, muchas científicas cuyo trabajo seguramente mereció un reconocimiento mayor, fueron completamente ignoradas. Por ejemplo, Henrietta Leavitt, la primera astrónoma de Estados Unidos cuyas investigaciones permitieron medir la distancia entre una estrella y la Tierra en función de su luminosidad o Grace Hopper, que participó en el desarrollo de uno de los primeros ordenadores, el Mark 1 y fue pionera del lenguaje de programación.

Otras en cambio vieron como sus trabajos eran aprovechados por sus compañeros, que, por el mero hecho de ser hombres, acabaron llevándose, injustamente, todo el reconocimiento. Algunos ejemplos famosos son los de Lisa Meitner, que investigó junto a Otto Hahn la posibilidad de bombardear átomos con neutrones, provocando la fisión del núcleo y generando una enorme energía. Sus descubrimientos dieron lugar a la Física Nuclear y permitieron a Hahn recibir el Nobel en 1944, mientras que Meitner fue completamente ignorada. Quizá, uno de los casos más injustos en el mundo de la ciencia sea el de la biofísica británica Rosalind Franklin, descubridora de la estructura de la molécula de ADN, hallazgo que ayudó a comprender la manera en que se transmite la información genética de padres a hijos. Sus trabajos fueron aprovechados por Maurice Wilkins, James Watson y Francis Crick para construir un modelo de ADN por el que, en 1962 recibieron el premio Nobel.

Actualmente, el papel de la mujer en el desarrollo de la ciencia es, sencillamente, indispensable. Pese a la escasa valoración que parece generar, en estos momentos muchas investigadoras trabajan de forma dura y sacrificada para lograr nuevos avances y mejoras en la calidad de vida humana. Por ejemplo, Yuan Chang, cuyas investigaciones se centran en el estudio de los virus que pueden promover la aparición de tumores malignos o la patóloga estadounidense Árnele Sharpe, que ha realizado importantes avances en inmunoterapia, una nueva generación de tratamientos que podrían sustituir y complementar a la quimioterapia en la futura lucha contra el cáncer. Su trabajo, junto con el del investigador Gordon Freeman ha promovido el desarrollo de nuevas terapias oncológicas que aportan un poco de esperanza en el tratamiento de una enfermedad de la que cada año se hacen más de 18 millones de diagnósticos nuevos en el mundo.

Personalidades importantes

De igual forma, las científicas españolas jamás han tenido el mérito que podían merecer. Ninguna investigadora española ha recibido este reconocimiento, sin embargo, hemos tenido personalidades realmente importantes, por ejemplo, Margarita Salas. La que fuera discípula de Severo Ochoa, fue pionera de la biología molecular en España y desarrolló una técnica que nos ha permitido conocer cómo funciona el ADN, cómo sus instrucciones se transforman en proteínas y cómo estas proteínas se relacionan entre ellas para formar un virus funcional. Actualmente podemos destacar, entre otras, a Alicia Calderón. Esta científica española formó parte del equipo responsable de analizar todos los datos que se extrajeron de los experimentos realizados en el acelerador de partículas del CERN (Suiza) en los que se permitió confirmar las teorías que demostraron la existencia del bosón de Higgs o a Elena García Armada, diseñadora de exoesqueletos biónicos que permiten mejorar la vida de personas tetrapléjicas.

En el pasado, las mujeres tenían prohibido estudiar e investigar, incluso muchas de ellas tuvieron que hacerse pasar por hombres para poder hacerlo. En la actualidad, el número de mujeres dedicadas a la investigación es cada vez mayor y, aunque se percibe un ligero cambio y se trata de dar el reconocimiento que merece su trabajo, todavía se enfrentan a un trato desigual respecto a los hombres: Sueldos más bajos, menos puestos de responsabilidad e importancia, peores condiciones laborales, dificultades para la maternidad y la conciliación familiar, discriminación en los grupos de trabajo o un menor reconocimiento como hemos visto este año en la entrega de estos prestigiosos premios, en los que nuevamente el papel de la mujer ha sido residual al haber sido galardonada únicamente una mujer.

El papel de la mujer en la ciencia merece un mayor reconocimiento social, y lo merece YA.

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