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Tambucho y Emparrillao

Y esto, ¿Cómo se interpreta?

Como siempre, haciendo comparaciones con aquel Barbate ‘blanco y negro’, me llegaban las mismas sensaciones...

Publicado: 03/12/2022 ·
13:06
· Actualizado: 03/12/2022 · 13:06
  • Vista aérea de Barbate. -
Autor

Manuel Varo Pérez “Ica”

Autor que cantara a su pueblo por carnavales y escribiera parte de su historia en Barbate Información, Trafalgar Información y Viva Barbate

Tambucho y Emparrillao

Narrador empedernido de un paraíso llamado Barbate, donde la naturaleza se distingue por su belleza

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Mucha agua pá tan poco barco…! Esta frase se la oí decir a un hombre de piel curtida, que ‘prehilaba’ con tranquila rapidez un ‘paño de red’. Aquí tó al revé –decía–, “cuando los barcos entraban por la barra en el muelle viejo la andana llegaban al ‘lao lla’, y ahora con muelle por tós laos hay 15 barco de pesca ¡Quien sería el listo…!. En vez de un puerto por poco hacen un aeropuerto”. Conforme escuchaba sus comentarios ponía más atención a lo que decía. Efectivamente, sólo había unos cuantos barcos de pesca en el muelle oeste, y todo el muelle de la lonja vacío, sin embargo; la parte sur del espigón, a lo que le llaman ‘muelle de los cabrones’, estaba constreñida con pequeñas embarcaciones en sus tres pantanales.

Como siempre, haciendo comparaciones con aquel Barbate ‘blanco y negro’, me llegaban las mismas sensaciones. La limpieza, más que brillar, relucía por su ausencia. Montones de viejas redes abandonadas jalonaban todo el cantil del muelle, y de algunas sobresalían matas con flores que confirmaban su perpetuidad. Todo tipo de artilugios abandonados: contenedores, cajas de pescado, palés apilados, plásticos… La suciedad fuera de límites expelía olores nauseabundos. Saladeros con todo, menos pescado. Un inmenso varadero con dos barcos de recreo en el primer espigón. Lo único decente, la capilla de la Patrona. Al final de la lonja, dónde estaba la ‘fábrica de hielo’, un cuartito de mentiriquilla para hacer nieve. Más adelante anclados entre matojos y cagadas de perros, las anclas de la almadraba. Otro varadero con pertrechos de motores viejos y tablones. Un restaurante capitaneando el parque de los gatos junto al ‘Aula de la Naturaleza de la Breña’ ¡Toma yá!, no había sitio en la piñera. Lo mejorcito, el paseo hasta la segunda punta, aunque ya le hacía falta un ‘podadito’ a los ‘romero que lo pueblan’. En su segunda punta, donde se podría construir un hotel o alguna industria que reportara algún tipo de trabajo, un aparcamiento para caravanas ¡Qué gran idea!

Rodeado de pantanales casi vacíos, llegamos a lo que pretendía ser la joya de la corona: ‘El Centro de Interpretación del Atún de Almadraba’. Recuerdo que en su inauguración había un barco que paseaba a los turistas por la bahía. Sus paredes de cristales talladas con barcos y atunes, carcomidas y enmohecidas, pasaron a mejor vida, lo mismo que la cantina y el club de remo. En el otro pantanal, un edificio que, conservando su cristalería, deja ver el inmenso vacío de la desidia, frustración y abandono, exhibiendo su decadencia como servicio para las tripulaciones de los yates. Es decir, para recoger la caca.

Poco más nos ofrece aquel segundo espigón, solo una reja cerrada a cal y canto donde se habla cantonés y otros dialectos orientales entre abril y mayo. Me viene a la memoria el montaje que hicieron allá por los años 80, con la instalación de un inmenso laboratorio de avanzada tecnología holandesa, para el estudio del langostino barbateño y otras especies del río. Pero como nuestra flota, los millones subvencionados por ‘la Juntá de Andalucía’, quedaron sepultados en el fango del lao-llá y en los bolsillos de los listos del momento. El laboratorio se lo llevó el levante. Otros los langostinos.

Así termino como comenzaba... Y esto, ¿cómo se interpreta?

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