El 2022 arrancó en Jerez con la activación de dos alertas de SOS Desaparecidos para dar con el paradero de dos menores de 14 y 16 años. No eran ni las primeras ni serán las últimas. Los avisos se lanzaron de forma escalonada, primero el 7 de enero y después el 11, pero ambos aparecieron juntos y en perfecto estado un centro comercial portuense el 13 de enero después de que un vigilante de seguridad los reconociera. Estos casos no son aislados, ni su “final feliz” tampoco, se dan en todo el país y cada vez con mayor frecuencia y a edades más temprana en una proporción que “asusta”, asegura el presidente de SOS Desaparecidos, Joaquín Amills. “Llevamos años avisando del incremento de las desapariciones voluntarias de menores en los últimos años; cada vez son más jóvenes. Hace cinco años, las fugas eran por parte de menores de 17 y 16 años, y ahora tenemos menores con 12, 13 y 14 y con desapariciones repetitivas. Algunos acumulan hasta tres en cuestión de medio año y esta es la parte de que nos asusta”, advierte. Amills tiene claro que en este asunto se ha encendido “la alerta roja”; “hay que buscar soluciones para parar esto”, señala, tras apuntar a un “cúmulo de motivos” detrás de esta problemática a la que entiende que hay que atajar desde distintos sectores: sociológico, psicológico, jurídico, judicial, policial, Fiscalía de menores...e incluso desde la propia Ley del Menor que los protege. Un proteccionismo que, a juicio del presidente de SOS Desaparecidos no siempre juega a favor del menor ni de sus familias. “Hay que tener cuidado porque estamos provocando menores insumisos, que se marchan de casa cuatro o cinco días y no les pasa absolutamente nada”, alerta para referirse al periodo en el que estos jóvenes suelen faltar de casa y que siempre tienen un sitio donde dormir.
“No pensemos que estos jóvenes que desaparecen voluntariamente y que se llevan dos o quince días en la calle están debajo de un puente pasando frío; están en casa de adultos que a veces les triplican la edad, con familiares de un amigo que le dan cobijo...”. En este punto, también considera que hay poner coto a este tipo de comportamientos por parte de las personas que les acogen. “Inducir al abandono de un menor del hogar está tipificado penalmente y con esta actitud (alojándolo en tu casa) no lo estás induciendo, pero sí estás contribuyendo a que esté fuera de la ley, porque se le busca por desaparición y lo están encubriendo”. De castigarse penalmente por esta conducta, Amills cree se estarían dando pasos importantes “para atajar en gran parte este problema”.
Por contra, advierte, lo primero que tiene que hacer un adulto que tenga en casa a un menor al que le busca su familia es “llamar a la Policía y llevarlo a una Comisaría”. “Y si ese menor ha dicho que en casa le tratan mal, que se lo digan también a la Policía”, añade para referirse e a los casos en los que algunas familias deciden tenerlo en casa para protegerlos.
¿Hay casos en los que son engañados por los propios menores?Para el presidente de SOS Desaparecidos, son los menos, la mayoría “son conscientes”. Al final, concluye, “es un abanico muy grande y no podemos hacer nada”. Solo hay que remitirse al último informe del Centro Nacional de Desaparecidos, con datos hasta el 31 de diciembre de 202o. “Un 62% de las denuncias eran de menores, es una cantidad bestial. En el de 2021 lo vamos a superar; casi la mitad de alertas activas, son de menores. Son cifras que asustan”, reitera.
“Siempre hay que buscarlos”
Hay otra cuestión importante a tener en cuenta con la desaparición voluntarias de menores. Nunca se debe bajar la guardia, aunque sus fugas se repitan en un corto periodo de tiempo. De hecho, aunque por tipificación de riesgos las desapariciones denunciadas se dividen en voluntarias, involuntarias y forzosas, en el caso de este colectivo, por su condición de menor, se catalogan como involuntarias. “Hay que buscarlos; aunque se hayan llevado a ropa. Son menores”, admite. Esto no significa que a veces no surjan dilemas, puesto que se dan casos de chicos de los que han llegado a subir hasta 12 alertas anteriormente. “Tienes que subirlo porque es un menor, el peligro está ahí, aun sabiendo que aparecerá en dos o tres días, en cuatro”, indica. Eso sí, siempre previa copia de denuncia en Comisaría y autorización de la familia para difundir su imagen. No obstante, las alertas, en las que nunca se dan números de contactos de la familia sino de la asociación SOS Desaparecidos son igual de escrupulosas una vez que se ha dado con el paradero del menor. “Una vez que esté localizado y desactivado, en 24 horas todo queda todo borrado”, incluido los compartidos. La repercusión de estas alertas son tal, que en ocasiones es el propio menor desaparecido el que se asusta por el revuelo y regresa a casa por su propia voluntad. “Nosotros somos la entidad a nivel mundial de mayor difusión. el año pasado de forma directa localizamos A 180 personas”, detalla.
La Unidad de Familia y Mujer (UFAM) de las distintas comisarías es la que se ocupa de las investigaciones para buscar a menores desaparecidos. Lo de esperar 24 horas para denunciar su desaparición es “una leyenda urbana”, apunta Juan Feu, subinspector de la UFAM de la Policía Nacional de Cádiz. “En el momento que el menor cambia su rutina habitual, no vuelve a su domicilio, y no lo localizan, que vengan a Comisaría a comunicarlo, aunque aparezca a la media hora”. De hecho, explica, el grueso de las denuncias por desapariciones suelen darse los fines de semana, los puentes, o en eventos como Semana Santa, Navidades... En definitiva, cuando llegan las fiestas. “Se animan y empiezan la guerra horarios”. De hecho, han llegado a tener a padres que van a denunciar a la Comisaría a las cuatro de la mañana porque no ha vuelto a casa. “Casí el 100% está en casa de un amigo. En este país tenemos un problema con el consumo del alcohol. Nos hemos criado así, es muy rara la casa en la que no haya alcohol y ellos imitan las conductas”. En cuanto al perfil de los adolescentes que se fugan de casa, suele tratarse, según explica, de chavales de entre 14 y 16 años. “Son adolescentes que se creen mayores a su edad, y tienen la rebeldía de cualquier adolescente . En el caso de las mujeres se da antes, entre los 12 y 13 y hasta los 15 y en los chavales entre 14 y 16 años”, precisa.
Como ya explicaba anteriormente Amills, en este tipo de desapariciones también hay otro patrón común: “todos tienen un sitio donde dormir”, señala tras reivindicar que en muchas ocasiones se pasa por alto la picaresca de los jóvenes. No son tontos, tienen copias de llaves, por mucho que los padres se las quiten. Muchas veces nos olvidamosde que son personas, y el principal motivo del conflicto con el menor es el control de horario porque se creen adultos”, expone. Tampoco hay que perder de vista otras connotaciones a las que apunta el subinspector de la UFAM: el alto porcentaje de parejas divorciadas, el aumento de hogares monoparentales y los cambios que, en definitiva, ha experimentado el modelo de familia convencional. “Hay muchas casas solas, de muchas abuelas, tías, casas vacías, segundas residencias...no es la familia de antes y ellos (los menores) se aprovechan. A lo mejor se quedan con ellas y les dicen que sus padres o su madre o su padre está al tanto y no lo están”, señala.
Cuándo hay que ponerse en lo peor
¿Cuándo consideran que puede haber un mayor riesgo detrás de una denuncia de una desaparición? Cuando el menor al que se busca tiene una “vida ordenada” y nunca se ha marchado de casa. “Tiene que haber algo, su desaparición tiene que ser considerada como algo preocupante”, indica. Esto no significa que no se le tarde en encontrar más que al que sea reincidente. En este sentido, recuerda el caso de una menor en la provincia que llamó alertando de que había sido víctima de un secuestro y que la llevaban en un maletero de un coche. Fue localizada en la misma mañana. Ella misma casi se delató. Los datos de la geolocalización de su móvil la situaban en otro lugar: se había fugado con un chico de la península que había conocido por internet. Internet y las redes sociales en este caso jugaron a favor para la investigación, como casi siempre. “Alarman mucho, pero son muy útiles”, concluye.
La provincia de Cádiz encabeza el ranking por los menores huidos de los centros
Según los datos recogidos por el Centro Nacional de Desaparecidos, (Cndes), actualizados hasta el 31 de diciembre de 2020, Andalucía, con 213 casos aglutina el 60% del total de incidencia de menores desaparecidos fugados de centros de protección. Las provincias que tienen centros de protección aglutinan la mayoría de las denuncias, destaca Cádiz, con 67 casos, seguida de Almería (63) y Alicante (33). El hecho de que Cádiz sea la puerta de entrada y salida de África para estos jóvenes, multiplica las fugas y sitúan a la provincia a la cabeza del ranking de menores desaparecidos por esta connotación.
Este es el protocolo para activar una alerta del Centro Nacional de Desaparecidos
Las alertas, o carteles por desaparición publicados en la página web del Centro Nacional de Desaparecidos (https://cndes-web.ses.mir.es/) constituyen una herramienta de gran ayuda para los especialistas de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad encargados de las investigaciones de personas desaparecidas. La solicitud de publicación de estas alertas parte desde los propios agentes, quienes previo consentimiento del familiar, ser querido o allegado denunciante de la desaparición, valoran la idoneidad de la emisión de las mismas. Una vez emitida la alerta, cualquier ciudadano puede acceder a su contenido, y en su caso, tiene la posibilidad de aportar información que considere de interés sobre la persona desaparecida. Dicha información es recibida automáticamente por la unidad central del Cuerpo policial competente de la desaparición, quien la coordina junto con la unidad policial encargada de la investigación. Tal y como se expuso en el “Informe de personas desaparecidas 2020”, esta herramienta se puso en funcionamiento en febrero del año 2019, y desde entonces se han publicado un total de 532 alertas por desaparición, de las cuales 134 continúan activas a fecha 31 de diciembre del año 2020.
Además, los carteles de las personas desaparecidas mostradas en esta página web, son referencia para las oficinas de prensa y comunicación tanto del Cuerpo Nacional de Policía como de la Guardia Civil, quienes valoran su difusión a través de sus redes sociales; pero también de distintas asociaciones/fundaciones relacionadas con la materia.
Según la experiencia adquirida, se ha podido comprobar que la difusión de la desaparición en medios de comunicación social es una herramienta realmente útil, a través de la cual los ciudadanos tienen conocimiento de la desaparición, que suelen colabora, e incluso en determinados casos, como las fugas de menores, consideradas desapariciones involuntarias, son las propias personas desaparecidas, en un alto porcentaje de casos, quienes regresan a su domicilio por su propia voluntad tras ver su imagen y percatarse de que están siendo buscados por los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.