Bajo dicha denominación, se le podría definir como revolución o rebelión cantonal, los sucesos acontecidos en buena parte de nuestro territorio nacional, entre los meses de julio de 1873 a enero de 1874, dentro del periodo de la I República española o del llamado sexenio revolucionario o democrático acontecido entre los años de 1868 al de 1874. Los protagonistas principales de dicho conflicto, fueron especialmente los republicanos federales más intransigentes, los cuales deseaban instaurar inmediatamente la república federal sin esperar a que las cortes constituyentes elaborasen y aprobasen la nueva constitución de corte federal pretendida. Tal y como la defendía el propio presidente del poder ejecutivo de la república Francisco Pi y Margall, apoyado por los sectores del centro y moderados del partido republicano de la época.
Aquel agitado periodo de nuestra azarosa y convulsiva historia nacional, dio comienzo el día 12 de julio de 1873 en la ciudad murciana de Cartagena, aunque tres días antes había esta estallado en la llamada revolución del petróleo de Alcoy (Alicante), para seguidamente extenderse por las regiones de Valencia, Murcia y Andalucía. En éstas se formaron los llamados cantones, lo cual dio el nombre a tal revolución Cantonal y cuya federación constituiría la base de la república federal española de su época.
La teoría política de aquel movimiento cantonal se fundó en el llamado federalismo pacifista propugnado por Francisco Pi y Margall contra cuyo gobierno se alzaron los llamados republicanos federales intransigentes, tras el fracaso de la política del gobierno presidido por Francisco Pi y Margall, de combinar la persuasión con la represión, al objeto de poner fin a dicha insurrección.
El gobierno que lo sustituyó estuvo presidido por el moderado Nicolás Salmerón en el gobierno de la nación, quien no dudo un instante en emplear al ejército para aplastar dicha revolución, siendo nombrados a tal fin los generales Arsenio Martínez Campos y Manuel Pavía. Política acentuada por parte del siguiente gobierno de España del también moderado Emilio Castelar, quien tras suspender las sesiones de las Cortes Generales de la Nación, dio inicio al asedio de la ciudad de Cartagena (Murcia), último reducto de la revolución cantonal, que caería en poder del ejército del gobierno de la Nación el día 12 de enero de 1874.
Una semana después de producido el golpe del general Pavía, tras irrumpir como lo hizo el 23 de febrero de 1981 el coronel Tejero en el congreso de los diputados- puso fin a la república federal española dando inicio a la dictadura del general Francisco Serrano Domínguez, que a su vez acabó tras la restauración borbónica en la persona de S.M el Rey de España Alfonso XII, el 29 de diciembre de 1874, tras el pronunciamiento como tal que hizo el general Arsenio Martínez Campos en Sagunto.
Aunque la revolución cantonal ha sido considerada como un movimiento separatista por parte del gobierno de la I República española, con el paso del tiempo, la historia ha destacado y demostrado que tal revolución sólo buscaba reformar la estructura del poder del estado, sin desear en ningún momento, romper la unidad de España.
Entre los denominados cantones constituidos a lo largo y ancho de nuestra geografía nacional, y por su orden alfabético citar a los siguientes: Alcoy (Alicante), Algeciras (Cádiz), Alicante, Almansa (Albacete), Andújar (Jaén), Bailén (Jaén), Gualchos (Granada), Huelva, Jaén, Jumilla (Murcia), Loja (Granada), Málaga, Motril (Granada), Murcia, Orihuela (Alicante), Plasencia (Cáceres), Salamanca, San Fernando (Cádiz), Sevilla, Tarifa (Cádiz), Torrevieja (Alicante), y Valencia.
De los anteriormente enumerados cantones, citar que el primero en constituirse fue el de Alcoy (Alicante), que lo hizo el día 9 de julio de 1873. Mientras que el último en disolverse fue el cantón de Málaga, que lo hizo el día 19 de septiembre de 1873.
El día 19 de julio de 1873 se constituyó el cantón en la vecina ciudad de Cádiz, tras conocer su alcalde Fermín Salvochea en la madrugada de aquel día a través de un telegrama enviado desde la ciudad de Sevilla, que esta se había constituido en cantón. Rápidamente Salvochea puso en conocimiento el hecho a los gobernadores civil y militar de la provincia.
El gobernador civil de Cádiz delegó sus poderes en manos del propio Fermín Salvochea, mientras que el brigadier Eguía se sumó a dicha revolución al mando de sus tropas. Aquella madrugada empezaron sobre las seis horas a repicar las campanas de la ciudad, anunciando al pueblo de Cádiz la noticia. Mientras por otra parte los voluntarios y tropas del ejército sublevados, se desplegaron y ocuparon los lugares más estratégicos de la ciudad para su defensa. Y en el ayuntamiento y en el torreón de las puertas de Cádiz, las cuales se cerraron a cal y canto, se izaron y ondeó la bandera o pendón morado, y se declaró la ciudad como cantón independiente de la recién proclamada república federal española.
Se creó en Cádiz el llamado comité de salud pública presidido por el alcalde Fermín Salvochea, con el objeto de salvar a la república federal y secundando a los movimientos ya iniciados en otras zonas declaradas como cantones; Cartagena, Sevilla y otras más. La bandera roja cantonal comenzó a ondear en Cádiz en todos sus edificios oficiales a partir de aquel día.
Seguidamente se acordó telegrafiar al capitán general de nuestro departamento marítimo, y a los comandantes militares de las vecinas ciudades de Jerez de la Frontera, Algeciras, Ceuta y San Fernando, y a todos los alcaldes de nuestra provincia, invitándolos a todos a secundar y adherirse a dicho movimiento ya iniciado.
Las medidas adoptadas en Cádiz por su comité de salud pública tuvieron muy poco eco y acogida entre su sociedad. La noticia llegada desde San Fernando, donde se estaban produciendo graves enfrentamientos entre los revolucionarios y las tropas gubernamentales que no habían secundado la revuelta, hizo abandonar a más de 30.000 gaditanos la ciudad y dirigirse al Puerto de Santa María, que al estar muy cerca de las tropas gubernamentales que se dirigen al lugar desde Jerez de la Frontera, los hicieron volver de nuevo a la capital.
Se unieron al cantón gaditano las vecinas localidades de Puerto Real, Vejer de la Frontera y La Línea de la Concepción; no así las más importantes de la provincia.
La ciudad de Algeciras se declaró cantón independiente. Jerez intentó adherirse a dicho movimiento, pero la intervención conjunta del ejército y de la guardia civil lo impidieron mientras que sus voluntarios fueron desarmados. En el Puerto de Santa María cundió la indecisión y se decide no unirse al movimiento cantonal ya iniciado en Cádiz.
Ante el temor de que la población abandone la ciudad con sus bienes, y para evitar que tenga conocimiento de lo que pasa en el resto de la provincia, especialmente de los enfrentamientos con la Armada en San Fernando, el comité prohíbe la salida de la ciudad de toda clase de efectos y queda abolida la libertad de imprenta.
En lo que respecta a nuestra ciudad, la secundó el mismo día y se declaró igualmente en cantón.
El comité de salud pública del cantón de Cádiz ordenó en ese momento al gobernador militar de Cádiz a que entregase armas a los voluntarios gaditanos. E hizo lo propio con el delegado del banco, de que ingresase las recaudaciones efectuadas para el tesoro, en las arcas de dicho comité, autorizando a los ayuntamientos a acuñar monedas de plata y de oro, empleando a tal fin, los objetos incautados a la iglesia católica.
Por la tarde, el comité de salud pública de Cádiz, publicó en el boletín oficial de la provincia sus primeros acuerdos:
- Se disolvió la diputación provincial, quedando cesantes todos sus empleados.
- Se prohibió la enseñanza religiosa en las escuelas públicas y enseñanzas oficiales, sustituyéndola por moral universal.
- Se decidió abolir todas las asociaciones que tengan por base el celibato, por ser este un estado contrario a la naturaleza humana, incluyendo expresamente a los conventos de religiosas, y ordenando incautar sus edificios.
- Se suprimió la lotería.
- Se suprimió el impuesto sobre cédulas de vecindad.
- Secularizar los cementerios, ordenando la desaparición de las capillas existentes en los mismos.
- Incautar todos los bienes del estado.
- Se suprimió todos los tratamientos.
- Declarar abolida la odiosa contribución de puertas y consumos
- Desestancar el tabaco.
- Incautar todos los edificios destinados al culto, salvo las parroquias, los de propiedad particular y los pertenecientes a patronatos.
- Quedó abolido el uso del Papel Sellado.
- Declarar separada la Iglesia del Estado, prohibiendo todo signo de culto externo.
- Incautar los libros y archivos parroquiales, incorporándolos al registro civil.
- Establecer las retribuciones de los “Voluntarios de la República”, suprime las quintas y las matrículas de mar, terminando con el servicio militar obligatorio.
Estas y otras medidas que se fueron tomando, trataban de definir un cantón independiente del poder central, ya que pretendía tener en sus manos la hacienda, la enseñanza y las fuerzas armadas.
La primera localidad en sumarse al movimiento fue San Fernando, donde se produjeron enfrentamientos con la marina de guerra, que no se sumó al movimiento cantonal.
El cónsul norteamericano en Cádiz informó inmediatamente a su gobierno de la "revolución" gaditana.
Sobre las repercusiones que, a nuestra ciudad de San Fernando, a su cantón y a nuestra historia local, produjeron los sucesos acontecidos en tal periodo; citaré los siguientes:
Dentro de este movimiento, el sábado 19 de julio se proclamó el cantón de Cádiz, que permanecerá hasta el 4 de agosto. Pero en este caso las fuerzas de la armada y sus buques tomaron una posición radicalmente distinta, lo que inclinó la balanza hacia las fuerzas leales al gobierno de la Nación. Los sucesos de La Carraca acontecidos en ese mismo día, y tras la proclamación del cantón en Cádiz, donde los partidarios cantonales de San Fernando ocuparon los lugares estratégicos de la ciudad e invitaron al capitán general del departamento, el contralmirante Rodríguez Arias, a que se uniera con sus fuerzas a la sublevación.
La respuesta del almirante fue negativa, aduciendo que la Marina nunca, ni por nada, reconocería otro gobierno que al legítimo de la nación y jamás a uno que enarbolaba una bandera que no fuera la española. Las hostilidades comenzaron la noche del 19 con un intercambio de disparos entre los voluntarios revolucionarios y los infantes de marina de nuestra población.
El día 20 el comité gaditano envía a San Fernando un tren especial con dos compañías de artillería del ejército, con cuatro piezas de artillería y seis compañías de voluntarios de la república para intentar neutralizar a las fuerzas de la armada establecidas en la población de San Carlos. Ante esta situación, el almirante ordena el repliegue de las fuerzas de Infantería de Marina y de capitanía general al interior del arsenal de La Carraca, con lo que los cantonales aprovechan para tomar la Población de San Carlos y sus cuarteles y dependencias, estableciendo barricadas para cerrar el acceso al arsenal.
El día 21, las tropas de los cantonalistas se reforzaron gracias a un remolcador de la Armada que se pasó al cantón y 900 hombres con dos cañones más, que llegaron a San Fernando por ferrocarril procedentes de Cádiz, al mando del brigadier Eguía. Ese mismo día a primera hora, el contralmirante Rodríguez Arias pasó revista al recinto del arsenal, visitando las baterías del Parque, San Carlos, Santa Rosa, Diablo y Topete y la fragata Navas de Tolosa, la corbeta Villa de Bilbao, la goleta Diana y los vapores Piles, Colón y Liniers.
La marina resistió en el arsenal de la Carraca el bombardeo lanzado desde la población de San Carlos. El edificio del antiguo colegio naval de la población de San Carlos sin bandera, después del bombardeo de las fuerzas de la armada desde el arsenal y sus buques, se encontraba repleto de impactos. Ondeaba la bandera o pendón rojo de los cantonales en los edificios de la población militar de San Carlos, que habían sido abandonados por las tropas gubernamentales en la noche del día 20, para replegarse hacia el interior del arsenal de la Carraca.
El brigadier Eguía al mando de los sublevados, entre las 17:00 y 18:00 horas, dio un ultimátum al capitán general para que se rindiera junto a sus tropas a las 09:00 horas del día 22. A esa hora, se personó en el arsenal la llamada Comisión del Comité de Salud Pública, exigiendo su rendición, y el capitán general les respondió que la Marina estaba dispuesta a cumplir con su deber de lealtad al país y rechazaba categóricamente todas las ignominiosas pretensiones que le hacía el mal llamado comité.
A partir de ese momento se creó la Junta de Guerra de la Marina, formada por las autoridades militares de la armada en San Fernando. Inmediatamente se ordenó que dos compañías de Infantería de Marina y la de Guardia de Arsenales, con dos piezas de 8 mm, ocuparan Puerto Real y desarmaran a los voluntarios, siendo estas piezas trasladadas por la goleta Diana. Varios buques de la armada, entre ellos una lancha de vapor, habían tomado posiciones en la bahía gaditana, bombardeando la vía del ferrocarril para evitar la llegada de refuerzos de Cádiz a San Fernando.
Así el día 23 a las 03:30 horas, la Navas de Tolosa abrió fuego contra la población de San Carlos durando el bombardeo hasta el amanecer, mandándose dar alto el fuego a las 12:00 horas, tras haberse divisado en el horizonte una bandera norteamericana de parlamento, que se dirigía embarcada rumbo al arsenal. Durante estos dos días hubo intercambio de disparos sin producirse víctimas, pero con grandes destrozos en la población de San Carlos. En el parlamento participaron el cónsul y el vicecónsul norteamericanos en Cádiz, intentando mediar entre los contendientes. Ambas partes enfrentadas, utilizaron esta tregua para reforzar las baterías.
El día 26 a las 08:00 horas se reanudaron nuevamente las hostilidades, rompiendo el fuego las baterías de La Carraca y los buques que se encontraban en sus caños. Pese al intenso intercambio artillero, hubo pocas víctimas, disparando el arsenal más de 1.200 proyectiles. La batería de San Carlos fue la que más sufrió por el fuego enemigo. Las únicas víctimas mortales fueron cuatro voluntarios revolucionarios, entre ellos el propio alcalde de San Fernando, el ciudadano Federico Mota Francés. Tres de ellos fallecieron al estallarles el cañón que estaban utilizando mientras que el alcalde falleció al día siguiente en el hospital de San José, a resultas de las graves heridas sufridas. Por entonces el populacho, cantaba una coplilla referente a aquel suceso, que decía así; “Al cañón que mató a Mota, lo tendremos que adorar. Porque si Mota no muere, nos íbamos a enterar”. Sin comentarios.
El día 27 no se efectúan disparos, en un intento de recuperar las fuerzas en el arsenal y en los buques. El gobierno organizó en Jerez un cuerpo militar expedicionario, que logró desbaratar una partida de voluntarios que trataban de llegar desde Sanlúcar de Barrameda para apoyar a los cantonalistas de San Fernando. El 28 la junta de guerra del arsenal acordó no abrir fuego sobre los sublevados y sí solo en caso de respuesta. No obstante, hubo intercambios de disparos entre los buques de la Armada y los fuertes de artillería de costa de Cortadura, Puntales y Torregorda.
Al día siguiente los cantonalistas produjeron daños a la corbeta Doña María de Molina y a la fragata Villa de Bilbao. El día 30 la fragata Villa de Madrid se pasa al cantón y sus oficiales fueron conducidos al Castillo de Santa Catalina. Las tropas del general Pavía han ocupado Sevilla y se dirigen a marchas forzadas hacia San Fernando y Cádiz, llegando sus avanzadillas a Puerto Real el día 2 de agosto.
A partir de este día, los voluntarios revolucionarios se retiran de San Fernando para hacerse fuertes en Cádiz. A las 14:30 horas se observa que retiran la corbeta Villa de Bilbao. Fue la que más daños sufrió por el fuego de los cantonales. Daños producidos en la población de San Carlos tras el bombardeo de la escuadra nacional, piezas del puente Suazo y punta Cantera y de las tropas de marina que ocupan San Fernando y desarman a los voluntarios que aún quedan combatiendo.
A las 12:00 horas del día 3 de agosto, el capitán general, almirante José Rodríguez Arias regresa a su palacio y retoma toda su actividad. El final del cantón de Cádiz, el día 3 de agosto, el comité gaditano anuncia la resistencia de la ciudad a todo trance. El día 4 el general Rivera partió de San Fernando hacia Cádiz con una columna de Marina y su estado mayor, una escolta de 10 individuos y dos batallones mermados del primer regimiento de Infantería de Marina.
En el tránsito hacia Cádiz tomaron posesión de la batería doctrinal de la Ardila y los fuertes de Torregorda, la Cortadura y Puntales, entrando el general en Cádiz a las 12:00 horas con su estado mayor y su escolta hasta el palacio de la aduana. Una vez allí, el almirante Lobo, que había asumido el mando interino de la plaza, le hizo entrega de éste.
Posteriormente llegó el general Pavía, destinado por el gobierno de la Nación para tomar el mando, siendo recibido por el general Rivera, que hizo entrega de la plaza, donde permanecieron las fuerzas de la Armada hasta el día 5 de agosto.
Estos datos dan muestra de la intensidad de la lucha. Las horas de fuego mantenido dentro del arsenal fueron: Martes 22 de julio; 9 horas. Miércoles 23 de julio; 17 horas. Jueves 24 de julio; 7 horas. Sábado 26 de julio; 12 horas. Lunes 28 de julio; 3 horas. Martes 29 de julio; 12 horas. Miércoles 30 de julio; 11 horas. Jueves 31 de julio; 9 horas.
En estos días las baterías del arsenal y los buques hicieron más de 6.200 disparos. De ellos, muchos procedentes del arsenal impactaron en el colegio naval, en el panteón de marinos ilustres y en el cuartel de Infantería de Marina. Por la actuación de todos los miembros de la Armada se creó la medalla del arsenal de La Carraca por decreto de 8 de octubre de 1873, para celebrar la defensa del arsenal contra los cantonalistas. La cinta de dicha medalla es de color verde mar con dos listas granas. La medalla es ovalada, con corona mural republicana superpuesta, con una alegoría de la marina en la cual reza: “Lealtad, desinterés, valor”, y la fecha “Julio de 1873”. En el dorso, la inscripción: “A los defensores de La Carraca, la Patria agradecida”.
Extractos de diversos acuerdos celebrados por nuestra corporación municipal, que así constan en diversos cabildos celebrados en aquel año de 1873:
05.06.1873. Se dio posesión al nuevo ayuntamiento, siendo elegido alcalde el ciudadano Federico Mota y Francés por 16 votos a favor y uno solo en blanco. Le acompañaron seis tenientes de alcalde, seis regidores, y dos procuradores síndicos.
Cabildo de fecha 6 de junio de 1873, bajo la Alcaldía del Ciudadano Federico Mota Francés; se acordó lo siguiente: Se nombraron comisiones y permanentes de guerra, policía urbana y ornato público, de presupuestos, de arbitrios, de beneficencia, y de gobierno interior.
A propuesta del ciudadano presidente, se acordó por parte del cuerpo capitular, que la comisión de guerra presente en la sesión de mañana, un estado de las municiones, correajes, cornetas, tambores y banderines, que falta para la milicia, como asimismo que se inspeccione el estado, en que se encuentran la bandera del batallón de Guillén Martínez.
“Alguaciles de la República”. Se acuerda por unanimidad modificar el nombre de la hasta entonces guardia municipal, por el de Alguaciles de la República. Para ello habría que reducirse el número de sus miembros que pasarían a ser de nueve, de los veintidós actuales. Estos serán emplazados para reunirse en asamblea el próximo lunes a las 22.00 horas, a efectos de que por parte de todos ellos acuerden el eliminar los trece individuos que habrán de sobrar de dicho número total y ser todos estos dados de baja.
Del mismo modo se acordó, por parte de la comisión de gobierno interior, se adquieran siete bastones para el ciudadano alcalde y los seis tenientes de alcalde, quedando todos estos de la propiedad del municipio.
A propuesta del ciudadano y alcalde presidente Federico Mota, se acordó por unanimidad celebrar sesión extraordinaria de cabildo, para el próximo domingo; teniéndose en cuenta, las circunstancias especiales por las que atraviesa nuestra población.
Cabildo de fecha 19 de junio de 1873; en el cual se acordó lo siguiente: A propuesta del alcalde presidente, se acordó se pase oficio al Presidente de la Unión Federal de Obreros de esta ciudad, al comandante de la Milicia Local y al presidente del Partido Republicano Federal, para que concurran al local que anteriormente fue Intendencia de Marina, hoy Cuartel de la Milicia (actual escuela de suboficiales de la Armada española), a efecto de elegir durante los próximos días veinticinco, veintiséis y veintisiete, a los treinta y un individuos, que han de desempeñar las plazas de Serenos y Municipales en nuestra población. Así lo acordó este ayuntamiento, y de igual modo el nombrar nueve plazas más, para suplentes de estos elegidos. Como Cabo encargado de ambas secciones fue elegido Francisco Núñez Gómez, nacido en Benaoján (Málaga) en el año de 1845, residió en nuestra ciudad en la Calle Dolores Nº 26.
Por último y al objeto de que la Guardia Municipal de esta ciudad, que queda nombrada, sea un modelo de moralidad y disciplina, como asimismo garantía del orden, de la propiedad y de la seguridad individual, en la parte que es respectiva a su instituto, este ayuntamiento acordó nombrar como inspector de dicha fuerza, a José Megías Martínez, regidor síndico de este ayuntamiento desde el día 2 de agosto de 1873.
José Megías era coronel graduado y teniente coronel retirado del cuerpo de Infantería de Marina, a fin de que la reglamente y organice, quedando a sus inmediatas órdenes, para todo cuanto tenga relación con el objeto indicado. Se puede definir este nombramiento como el de la unificación en una misma persona como jefe responsable máximo de las dos secciones de la fuerza municipal (Guardia Municipal y Serenos, además de la Guardería Rural). En cabildo municipal celebrado el día 24 de enero de 1874, se aceptó la dimisión del hasta entonces regidor municipal José Megías Martínez, y el alza del mismo y de su familia en el padrón de habitantes de nuestra ciudad, para fijar su residencia a partir de entonces en Madrid.
Cabildo de fecha 07.06.1873. Se dio lectura a un oficio del gobernador civil de la provincia, referente a lo dispuesto en el B.O extraordinario de 24 de mayo último, acordándose por el cuerpo capitular, su inmediato cumplimiento.
Por parte de varios ciudadanos concejales, se presentó una proposición, pidiendo se lleve a efecto una manifestación pública en nuestra ciudad, para así celebrar el fausto acontecimiento de haber proclamado las cortes constituyentes, como forma de gobierno de nuestra Nación Española, la República Federal. Y fue admitida por unanimidad, acordándose verificarla a las cuatro de la tarde del día de mañana, y será presidida por este ayuntamiento, invitando al efecto a las autoridades civiles y militares. Y que se solicite del capitán general del departamento, facilite banderas suficientes para adornar las calles, y envíe música del regimiento de Infantería de Marina, y deje salir de sus cuarteles a la tropa a una hora conveniente para que puedan concurrir a ella, y se lleve a cabo con la mayor brillantez posible.
A propuesta del ciudadano presidente, se acordó formar una biblioteca pública en esta misma casa capitular, hasta tanto se designe un edificio al efecto, y que se destine a un escribiente como su bibliotecario.
Cabildo de fecha 19.06.1873. A propuesta del ciudadano presidente, esta corporación acordó telegrafiar al ministro de Marina, en el día de mañana, solicitándole el envío de cuatro cañones para la brigada de artillería que se está organizando en esta localidad. Y el ayuntamiento así lo acordó. (Curiosamente uno de estos cañones, fue el que al estallar causó mortales heridas al entonces alcalde de nuestra ciudad, el ciudadano Federico Mota Francés).
Cabildo de fecha 27.06.1873. Quedó definitivamente acordado el pliego de condiciones y el plano de la feria para el próximo mes de julio. A propuesta de varios concejales, se acordó no permitir en la feria juegos de azar, ni positivas de ningún género.
A propuesta del ciudadano presidente, se acordó comprar nueve bastones con borlas y cordón tricolor, para uso de los agentes de la República, que habrán de sustituir a la Guardia Municipal.
Se dio cuenta del dictamen emitido por parte de la comisión de guerra, el cual dice que en vista de la petición que le fue trasladada sobre la autorización de poder llevar sables o bayonetas, los voluntarios, con el objeto de vigilar a los malhechores, quedando sujetos en un todo, a las disposiciones que dicten sus respectivos capitanes, quienes las recibirán del primer alcalde, acordándolo así el ayuntamiento.
Cabildo de fecha 05.07.1873. Se acordó establecer una cucaña el día 16 y otra el 27 de este mes en la Plaza de la Iglesia, con la asignación de 20 pesetas de premio a cada una.
Asimismo, se acordó subastar la colocación de 500 sillas en 1.000 pesetas todas ellas, que habrán de colocarse en el paseo que se establece en la Plaza de la República (del Rey), fijándose la tarifa siguiente, para los arcos y casetas de la feria de este año. Puestos de juegos, de buñuelos, de turrón de avellanas y de flechas, a 70 reales cada arco, figuras de ceras 500, polichinelas 600, panoramas con regalos 120, y casetas de café y casinos 200.
Cabildo de fecha 18.07.1873. A propuesta de varios concejales de este municipio y por unanimidad, se acordó pasar oficio al capitán general de este departamento, pidiéndole explicaciones de la conducta observada con la comisión de este ayuntamiento que, acompañada del gobernador civil de la provincia, debió de entenderse con aquella autoridad, en la tarde del pasado día 7 del mes en curso, para la terminación del estado alarmante en que se encontraba nuestra población. Todos estos cabildos fueron presididos desde el día 5 de junio en el cual fue elegido alcalde, por el ciudadano Federico Mota y Frances.
Cabildo de fecha 02.08.1873. Se constituyó la nueva corporación municipal tras los graves y convulsos sucesos recientemente vividos en nuestra población. Es nombrado alcalde José María de la Herrán. Existiendo en la por entonces corporación municipal un total de 19 miembros en nuestro ayuntamiento, quedando ésta integrada por su alcalde presidente, 6 tenientes de alcalde, y 12 regidores.
Cabildo de fecha 03.08.1873. “Reorganización de la Guardia Municipal”. Con el objeto de reorganizar las secciones de serenos y municipales de esta ciudad, el ayuntamiento acordó publicar y fijar edictos anunciando esta necesidad, así como la de no admitir más solicitudes que aquellas, cuyos individuos las promuevan, sean licenciados del ejército o de la armada. Y que al mismo tiempo se hiciera saber en el referido edicto, de que el número de que habrán de contar las referidas secciones será de 13 sujetos para la de Municipales, y 22 individuos para la de Serenos. Fijándose el plazo para la admisión de instancias a los interesados, el de ocho días a contar desde el día de mañana.
Cabildo de fecha 06.08.1873. No contando este municipio con recursos, y siendo urgentísima y de absoluta necesidad, acometer el empedrado y embaldosado de las calles de esta población, que fueron levantados sus empedrados (chinos), para hacer barricadas, con motivo de los pasados disturbios acontecidos últimamente en esta ciudad. El alcalde presidente propuso, y el ayuntamiento así lo acordó, el convocar para las 8 de la noche del día de mañana, a un crecido número de señores contribuyentes, que satisfagan al menos 500 reales de vellón cada uno de ellos en adelante, con el objeto de crear un corto préstamo para poder atender dichas atenciones antes indicadas, y otras muchas que se originasen.
Numerosas calles de nuestra población vieron levantarse sus empedrados de aquellos viejos chinos peludos, que se emplearon para construir barricadas, desde las que combatieron los sublevados, contra las tropas gubernamentales en los enfrentamientos celebrados durante aquellas jornadas.
De esta manera la vida social y política lentamente volvió a la calma también en nuestra población. El final de la primera república española estaba próximo, al igual que la restauración de la corona española bajo la dinastía borbónica, que recayó en la figura de S.M del rey D. Alfonso XII, que aconteció el día 29 de diciembre de 1874, con el pronunciamiento en Sagunto (Valencia” del general Arsenio Martínez Campo proclamándolo rey de España.