La estadística es un elemento esencial en la búsqueda de personas desaparecidas en el medio natural, según ha explicado el bombero del Parque de Oronoz (Navarra) Roberto Bravo en una jornada organizada por Policía Foral sobre desapariciones vitales.
Bravo ha explicado que “el trabajo sobre el terreno se realiza en función de estadísticas de alejamiento del ultimo punto de localización conocida” ya que se suelen establecer diferentes patrones de movimiento dependiendo de factores como la edad, si pasan por procesos depresivos, padecen alguna enfermedad mental o alzheimer.
De esta manera, ha ejemplificado, mientras que los menores de 6 años en la mitad de los casos se encuentran en un radio de solo un kilómetro, cuando se trata de personas con alzheimer tienden a hacer desplazamientos más largos aunque tomando como referencia elementos lineales como caminos, tendidos o vallados, información clave para establecer el dispositivo de búsqueda más eficaz.
Bravo ha destacado la importancia de aportar la mayor información y que esta sea clara siendo el procedimiento habitual que sea el servicio 112 quien la recoja para darle traslado al responsable de guardia de Bomberos, cuerpo encargado en Navarra de la búsqueda y salvamento de personas en el medio natural.
Esta persona, ha apuntado, se encarga de valorar la situación de emergencia de cada personas desaparecida y cuantificar la urgencia y necesidad de movilizar más o menos medios.
La búsqueda, ha indicado, comienza con una primera acción de entre dos y tres horas en las que se sigue el modelo conocido como rueda de bicicleta estableciéndose un punto central en el área inmediata al último punto de localización del desaparecido y un perímetro exterior de contención unido por rutas de desplazamiento y lugares de mayor probabilidad de localización o riesgo.
Siguiendo estos elementos lineales, ha apuntado, se realiza una búsqueda rápida en la que no se dan áreas como descartadas mientras que para cubrir grandes zonas se realiza una búsqueda eficiente mediante batidas sonoras, especialmente útiles cuando hay poca visibilidad por falta de luz, niebla o densidad de vegetación, y batidas visuales cuando no se espera que se responda a las llamadas.
De igual modo, ha señalado, se realiza una búsqueda minuciosa en un área pequeña cercana al punto de la última ubicación en el que se bate la zona con una distancia pequeña entre buscadores que permita que no se queden zonas muertas entre medio.
Sobre todo en casos como los de personas con demencia por su tendencia a seguir elementos lineales se realizan también búsquedas en corredor manteniendo ese eje de progresión y haciendo una revisión de 100 metros a cada lado.
Si la búsqueda inicial no surge efecto se pasa a una búsqueda planificada hasta las 24 horas siguientes a la desaparición con una mayor cantidad de recursos en la que “tiene que estar todo bien planificado para que el trabajo sea eficaz".
En caso de que siga sin obtenerse resultados se pasa a una tercera fase que abarca hasta las 73 horas, tiempo en el que se intenta “peinar áreas hasta completar que se ha barrido toda la zona a partir del punto de planificación inicial donde según a estadística en el 95% de los casos aparece la persona”.
Pasado este tiempo, ha comentado, “la posibilidad de supervivencia cae en picado y se empieza a valorar el abandono de la búsqueda” siempre que este área esté peinada y no haya más hipótesis de búsqueda.